LA CONDENA
Todos los dìas pedìa la valija. La abrìa delante nuestro y contaba los rollos por miles, no por cientos.
Mis ojos se cruzaban al verlos. Como vivirìamos con eso...como reyes!!!.
Mi padre esperaba que me fuera para guardarla en su lugar. Le tenìa miedo!.
Un dìa la seguì y descubrì el escondite... preparè mis cosas, lo imprescindible nomàs, total...para què?...si llevaba de sobra en la valija!...si...esa que dejè junto con mis bultos. Luego tomè la escopeta que èl mismo me regalò para cazar perdices y liebres, me coloquè la capucha, cambiè mis ropas por otras y me fuì acercando lentamente.
Abrì la puerta despacio...muy despacio, y desde el marco le apuntè.
Vì su mirada burlona clavarse en mì, intentò no ver la silla de ruedas, pero lo contuve...-Quedese quieto o disparo!. Muy calmadamente llevò su mano derecha al bolsillo de la campera. - No se mueva- le dije.
Inmediatamente la retirò riendo como un loco y las puso en alto con un gesto amenazador, riendo siempre riendo.
Entonces fuè que disparè... y luego sangre y màs sangre. La vista se me nublò por un segundo. Intentè huir y ganar tiempo. Volteè para salir, pero todo estaba flanqueado por policias, fotògrafos y peritos. Perdido ya, me volvì para mirar mi obra macabra, cuando el oficial sacaba de la campera de mi padre "una alarma". Ladino...ladino..NO ME DIO TIEMPO A NADA!!!!!....
NORMA ANGELA MICHELLI
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LA CUCHARILLA COSMÉTICA.
-Què quieres poseer mi adorada Nakartita?. A ver, dime?
-Comprame un vestido como el de la mujer del Faraòn, de seda, traìdo de otras tierras.
-Pero es que yo no poseo la riqueza suficiente para adquirirlo.Ademàs pueden cortarme la cabeza o las manos por ello.
-Nadie lo dirà Akaot.
-Còmo nadie?. El mismo mercader harà correr la noticia hasta llegar a oìdos de Nefertitis!
-Entonces, ya no te quiero...
-No, eso no! Verè como hacer...
-Asì està mejor!. Y consìgueme una cucharilla cosmètica para destacar mi belleza. Hoy llevaba una de oro con espejo en la mano.
-Estàs loca!!...cuesta una fortuna, solo accesible a la realeza!!... bueno..no me mires de esa manera..verè...de plata con incrustaciones de lapizlàzuli. Por favor descrìbemela, tal vez encuentre una buena imitaciòn o con otro motivo parecido.
-Mira Akaot, era una cucharilla de una muchacha vestida solamente con corse, como las nubias que sirven a la reina. Lleva una vasija en forma de cuchara, con una mano apoyada sobre un hombro, alli se coloca el perfume, y yo quiero el mismo de la faraona!
-Nodigas eso!...pueden escucharte!
-Como he de decirle entonces?
-La reina Nefertitis.
-Està bien. La reina entonces.
-Escucha Nakartita, deja de pedir imposibles, vìstete como eres, una campesina, la mujer de un viñatero. No puedes llevar nada de lo que usa la nobleza Egipcia. Te comprarè un vestido transparente celeste, y confòrmate con eso. Una cucharita cosmètica de èbano, con perfume de sàndalo, una tobillera de perlas azules o conchillas doradas. Estàs contenta?
-Noooo....quiero lo que te pedì!
Akaot era un comerciante viñatero al servicio del faraòn, pero poseedor de algunas tierras y pagaba sus tributos.Pertenecìa a una clase intermedia, con ciertas riquezas en sus arcas.
La cosecha de ese año, habìa sido optima y podìa darse el lujo de asociarse con un viñatero vecino. La fortuna de su destino, al nacer en un perìodo de transiciones en reconocimento del ser humano, le fuè benevolente.
Fuè asì que para no perder el amor de su esposa, se atreviò a detener la caravana de comercio Real, y adquirir , a un precio mucho mayor por el silencio, todo lo que Nakartita le habìa pedido.
Cierto dìa de regreso a su casa, cansado pero feliz, notò la ausencia de su esposa.
El faraòn de paso con su sèquito, la viò ataviada como la reina y en vez de mostrarse molesto por el atrevimienton le impactò la osadìa y la belleza de aquella mujer. Comprendiò el enorme amor de su esposo viñatero, al arriesgarse a perder sus manos por tal agravio, tan solo para satisfacer un pedido de tan hermosa mujer. La llevò consigo para las noches de placer. Serìa su favorita.
Fuè asì como Akaot la perdiò para siempre, por demasiado complaciente. No se atreviò a reclamar lo suyo, ya no podìa hacerlo. Imaginaba que Akkenatton, se la devolverìa algùn dìa, pero Nakartita estaba màs cerca de la ambiciòn que del amor.
El viñatero languidecìa. Siempre estaba ebrio y ageno a las viñas. Sus negocios se secaban como sus viñedos, y la miseria lo consumìa como la ausencia del amor perdido. La vida ya no tenìa sentido. Nunca la volviò a ver, pues las favoritas jamàs salìan.
Solo se supo que, transcurridos unos años, y sin màs nada que perder, intento penetrar en el palacio para reclamar lo que una vez le hubo pertenecido....Fuè un silvido y el frìo del acero que le atravesò la espalda. Fuè el silvido o la brisa entre los papiros, el ave posada en el loto que trino,o el aliento final de Akaot que suspirò un nombre, pero el aire se impregno de un sonido...."Nakartita"
Norma Angela Michelli
2 comentarios:
El primer cuento no lo entendí mucho. El segundo me fascinó.
ME gustó, el segundo cuento!
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